El altiplano Sur de Bolivia, una región que abarca desde el municipio de Challapata hacia el sur, entre los departamentos de Oruro y Potosí, enfrenta una situación crítica luego de tres noches consecutivas de heladas que han devastado los cultivos de quinua. Así lo informó Benjamín Huarachi, presidente del Consejo Regulador de la Quinua, quien calificó el impacto como “irreparable”.
“El daño que nos ha causado es bastante grande, ya son tres noches seguidas de heladas; anoche fue la más fuerte y ojalá que esta noche no pase más, porque ya están casi liquidados nuestros sembradíos de quinua, que estaban bastante desarrollados, por empezar a florecer”, expresó Huarachi a ANF.
Huarachi estimó que, de mantenerse esta situación, las pérdidas podrían alcanzar el 70% de la producción de quinua para la cosecha agrícola de 2025. “Eso significaría para nosotros una pérdida de millones de bolivianos. Estoy seguro que vamos a tener que abandonar las comunidades para buscar otro medio de subsistencia, seguramente en la ciudad”, lamentó.
El impacto no se limita a la pérdida inmediata de cultivos, sino que también evidencia una falta de tecnología y prevención para mitigar estos desastres naturales. “Es una desgracia para los productores de quinua porque no contamos con tecnología que nos pueda prevenir de estos fenómenos naturales, no tenemos una alerta temprana para poder prepararnos”, agregó el dirigente. Además, señaló que no hay investigaciones sobre semillas resistentes a condiciones climáticas extremas.
La falta de apoyo gubernamental también fue duramente criticada. Huarachi denunció que, aunque el Ministerio de Desarrollo Rural y Tierras destinó más de 220 millones de bolivianos a la producción de quinua en 2022, solo se ejecutó un porcentaje mínimo. “Estamos muy apenados por esta situación; se gasta mucho dinero, pero no se hace ningún trabajo en beneficio del productor”, declaró.
El aumento en los costos de insumos agrícolas también agrava la crisis. “La canasta familiar se ha disparado, no hay diésel, los repuestos de las maquinarias han subido de precio debido a que no hay dólares”, enfatizó Huarachi. También cuestionó la falta de sensibilidad del gobierno ante las dificultades de las familias productoras.
El altiplano Sur abarca una extensión aproximada de 45.000 kilómetros cuadrados, donde unas 70.000 familias dependen de la producción de quinua. Sin embargo, la región carece de personal técnico para evaluar los daños. “No tenemos una información concreta; no dicen nada los municipios, no dicen nada los de Iniaf (Instituto Nacional de Innovación Agropecuaria y Forestal de Bolivia), no dicen nada en el Ministerio de Desarrollo Rural, pero estamos viviendo esta realidad”, apuntó.
Las heladas han afectado principalmente las partes bajas de la región, donde la humedad es mayor, dejando destrozados los cultivos. “El daño es irreparable, ya estamos a fines del año y no se puede reponer con una nueva siembra. La resiembra se hace hasta fines de octubre, pero ahora que estamos en diciembre es muy difícil”, indicó el dirigente.
El ciclo agrícola en el altiplano Sur comienza en septiembre con la siembra y culmina en abril y mayo con la cosecha. Este único ciclo anual deja a los agricultores sin alternativas frente a desastres climáticos como el actual. “Tenemos una sola siembra y después ya no se puede sembrar más porque el invierno es muy fuerte en el altiplano”, explicó Huarachi.
Fuente: ANF
Fecha: 30-12-2024