Luego de participar en la primera misión oficial del Presidente de la República, Yamandú Orsi, a Centroamérica, una región identificada como un mercado de creciente interés para el arroz uruguayo. Guillermo O’Brien, presidente de la Asociación de Cultivadores de Arroz (ACA), señaló su optimismo de lograr avanzar en un acuerdo arancelario que permita una mayor fluidez en la exportación del cereal a dicho mercado.
Según el presidente de la ACA, esta iniciativa gubernamental converge con una estrategia que la ACA ha estado impulsando activamente. «Desde la ACA veíamos, desde hace un tiempo, que Centroamérica es un mercado que debemos trabajar más. Es una región donde hay mucho consumo de arroz». Si bien ya se registran intercambios comerciales, O’Brien subrayó que «hay mucho espacio para crecer en una zona del continente que históricamente ha estado dominada por Estados Unidos en cuanto al abastecimiento de arroz, fundamentalmente por los tratados de libre comercio que ese país tiene con varios países de la región -como México y Panamá, por ejemplo».
En los últimos años, el arroz uruguayo ha comenzado a ser valorado en los mercados centroamericanos, especialmente en situaciones de escasez. A pesar de una barrera arancelaria habitual del 90%, se abren ventanas de oportunidad cuando se establece la declaración de «desabastecimiento» lo que permite el llamado a licitaciones de compras con una posición arancelaria del 3,5%, momento en el cual el arroz uruguayo demuestra su competitividad frente a proveedores como Estados Unidos y Brasil, gracias a su calidad apreciada por los molineros locales.
Un factor que podría catalizar aún más esta relación comercial es la reciente solicitud de ingreso de Panamá al Mercosur. Esto podría generar beneficios arancelarios significativos para Uruguay. En el corto plazo, existe una expectativa concreta ante una licitación por desabastecimiento que se generaría en los próximos 40 días, ofreciendo una oportunidad inmediata para la colocación del importante volumen de producción actual uruguayo, en un contexto de abundante stock de arroz en el Mercosur.
Interrogado sobre las posibilidades reales de lograr una disminución de aranceles, O’Brien se manifestó con optimismo. «Sí, las hay. Claro que hay tiempos burocráticos que se deben respetar, pero hoy, concretamente, lo que se percibe -tras haber estado dos días acompañando a la delegación y conversando con autoridades panameñas- es que esa región de América, que históricamente ha mirado solo hacia Estados Unidos, está comenzando a virar la mirada hacia el sur».
Añadió que estas naciones centroamericanas, con características demográficas y productivas similares a Uruguay, «empiezan a ver la necesidad de generar acuerdos entre pares que les den estabilidad, y salir de esa dependencia de viejos tratados de libre comercio con Estados Unidos, que hoy están en revisión o generan incertidumbre». O’Brien también destacó la alta tasa de consumo de arroz en Centroamérica, alrededor de 70 kilos por persona por año, contrastando con una producción interna que ha experimentado una disminución constante, impulsando así la creciente necesidad de importaciones.
Un aspecto distintivo del comercio arrocero con Centroamérica es la preferencia por la importación de arroz en cáscara para su procesamiento local, debido a una infraestructura molinera desarrollada en la región. Según O’Brien, al conocer el arroz uruguayo en cáscara, «notan que sus molinos pueden producir un producto final mucho mejor que el que venían obteniendo». Si bien la estrategia prioritaria de la industria nacional se centra en la exportación de arroz elaborado, la coyuntura actual, con una producción superior a 1.600.000 toneladas, hace que la salida de arroz en cáscara sea fundamental por razones logísticas. Como explica O’Brien, «Hoy estamos en el 55% de la cosecha, y lo que falta necesita salir rápido del campo. Y salir rápido significa hacerlo en forma de arroz en cáscara».
Esta tendencia implica que el aumento de las exportaciones hacia Centroamérica se daría «por la vía de un menor valor agregado». Sin embargo, para el productor, esto podría traducirse en una reducción de costos al momento de establecer el precio. En palabras de O’Brien, «En un contexto de falta de competitividad -que, como decimos a menudo, no tiene visos de cambiar a corto plazo- cuidar el valor del producto primario en mercados que lo valorizan es una herramienta fundamental. Y tenemos que seguir trabajándola para que crezca».
Finalmente, O’Brien enfatizó que, si bien la industria arrocera uruguaya fue concebida para la exportación de arroz elaborado, la salida de arroz en cáscara representa una «válvula de escape» necesaria, especialmente en años de alta producción. Para el arrocero, «fue una buena gira, en la que se plantó una semilla que esperamos que prospere y dé buenos frutos».
Fuente: Diario Cambio
Fecha: 21/04/2025