Caen las exportaciones de soya y derivados y alertan sobre la productividad de alimentos
La Asociación Nacional de Productores de Oleaginosas y Trigo (Anapo), ya lo había previsto, cuando reportó pérdidas productivas de más de 800 mil toneladas de grano de soya de la campaña de verano 2023-2024, debido a la sequía, que iban afectar los excedentes que son destinados a las exportaciones.
Y, efectivamente, así fue. El Instituto Nacional de Estadística (INE), en su último boletín estadístico de Comercio Exterior (Comex), reportó que entre enero y noviembre de 2023 Bolivia exportó $us 1.433,2 millones en productos derivados de la soya, mientras que en similar periodo de 2024 fueron $us 899,4 millones, una reducción del 37% (ver gráfico). En tanto, en grano de soya, de los $us 216,7 millones que se exportaron en los primeros 11 meses de 2023, en 2024 fueron apenas 78,6 millones, una caída del 63,7%.
Para Anapo, las cifras que arrojan las exportaciones de soya y sus derivados son preocupantes porque afecta a toda la cadena de producción de alimentos para el mercado interno, especialmente como insumo para el sector pecuario y para la industria aceitera. Los efectos se pueden apreciar en los precios de las carnes de pollo, cerdo y res, y en el aceite comestible en los mercados.
Jaime Hernández, gerente de Anapo, indicó que esta abrupta caída significa que ingresaron menos divisas para la economía del país, de uno de los principales rubros de exportación como es el oleaginoso, que es el tercero en importancia después de los minerales y los hidrocarburos.
“Los derivados de la soya, principalmente de harina, torta y aceite, registran caídas porque está relacionado con la disminución de la producción de grano de soya, ya que no tuvieron la materia prima para el procesamiento en derivados de soya; por tanto, están relacionados con las afectaciones debido a la sequía. La restricción más perjudicial es siempre la suspensión de las exportaciones porque genera incertidumbre en todos los eslabones de la cadena productiva”, afirmó.
Señaló además que existen temas pendientes con el Gobierno “que esperamos, sean retomados lo antes posible”, como la seguridad jurídica para las tierras, certidumbre en el abastecimiento de diésel oil, seguridad de acceso a los mercados externos y continuar con el tema de biotecnología, entre otros”.
Productividad
Para el gerente del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), Gary Rodríguez, dejar de recibir casi $us 700 millones entre enero y noviembre del 2024 resulta un fuerte golpe para el país en lo macroeconómico, una presión adicional sobre el precio de la divisa, y, en el día a día, un severo impacto negativo para los productores, la industria y los exportadores.
“A estas alturas se comprueba, finalmente, que el daño fue mucho mayor, dada la brutal caída de la productividad, en un 37%. A ello hay que sumar otros factores que resultaron negativos como los bloqueos de caminos por semanas; las decenas de avasallamientos de predios productivos; la anormalidad en la provisión de diésel; el encarecimiento del dólar y la subida de costos de producción (...); y el “cherry” sobre la torta, el veto a la exportación de aceites por más de 10 días, un perjuicio, incluso, en función de las intenciones de siembra”, aseveró.
Rodríguez sostuvo que se aguarda del Gobierno un “golpe de timón” en sus políticas públicas, que implique jugársela por un sector que resulta altamente estratégico para Bolivia desde el punto de vista de la seguridad y soberanía alimentaria.
Por su parte, el economista Rubén Arias sugirió que para revertir esta tendencia es necesario implementar políticas estratégicas como la industrialización del sector, el establecimiento de seguros agrícolas que protejan a los productores contra eventos climáticos extremos, mejorando la disponibilidad de insumos y diversificando los mercados.
Fuente: El Deber
Sección: Economía
Fecha: 09/01/2025
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