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  • miércoles, 12 marzo 2025
La Vizchoqueña: Un tesoro vinícola de altura

La Vizchoqueña: Un tesoro vinícola de altura

La estirpe de la uva vizchoqueña ha encontrado en el Cañón de Cinti una de sus principales moradas. Allí actualmente se la valoriza y ostenta con tanta perseverancia que logran procesos productivos exitosos y obtienen codiciados lauros en concursos internacionales de Chile y Argentina.

 

La vizchoqueña es una de las variedades autóctonas del sur de nuestro país y su fecundidad ha permitido desarrollar una poderosa identidad vinícola, merced a su aporte de frescura, acidez equilibrada y notas frutales características.

 

Un poco de historia

Viajamos hasta el mismo cañón colorado para descifrar la mística de la uva vizchoqueña, esa variedad que llena de orgullo a los camargueños y que ha cosechado varias medallas doradas en el último lustro. 

 

Su origen se remonta a varios siglos atrás, desde el auge mismo de la explotación minera en Potosí, cuando diferentes variedades de vinos llegaban desde la madre patria para premiar a prósperas regiones productoras y saciar a ávidos feligreses. 

 

En una de esas excursiones cerca a la comunidad de Vizchoca, las carretas se volcaron ante la abrupta crecida del río, dejando sembrados en su rivera los vestigios de esta variedad que con el transcurso del tiempo florecieron y fueron diseminados por todo Cinti.

 

La versión le corresponde al patriarca de la bodega Cepa de Oro, Jaime Rivera Baldiviezo, un camargueño de pura cepa, quien relata que el vino con uva vizchoqueña ya se compartía en la mesa familiar hace al menos un siglo. La adaptación de la vid en suelo camargueño siempre fue provechosa por la alta calidad y cantidad producida.  

 

“Me acuerdo desde mis cinco años que tengo uso de razón, mi padre hacía vino vizchoqueña. Comíamos carne y mi papá nos daba un sorbito de vino vizchoqueña para asentar la carne. Hace unos 70 años ya había vino vizchoqueña. Mi padre hacía vino en barril de unos 1.500 litros, pero nunca lo valorizaron hasta que comenzamos en la bodega Cepas de Oro”, rememora en medio de los parrales de la calurosa campiña cinteña.

 

Degustamos un delicioso sorbo del tinto y comenzamos una caminata al lugar donde don Jaime atesora las plantaciones de la variedad vizchoqueña. “Soy el primero en que he valorizado el vino vizchoqueña. Hace unos 22 a 23 años empecé a hacer vino vizchoqueña, era un buen vino. Había un padre alemán de Camargo que le gustó el vino y un día me pidió que le venda para mandar a las parroquias de Sucre y, entonces, empecé a producir más”, relata, agachado, frente a los parrales.

   

La denominación de origen

La tradición vitivinícola de Camargo tuvo un ascenso meteórico cuando la Asociación de Bodegueros de Cintis (Asoboc) conquistó el ansiado trámite de reconocimiento técnico de Denominación de Origen (DO) de las variedades oriundas de uva, entre ellas la vizchoqueña, la moscatel y la negra criolla.

 

¿Cuál es la importancia de contar con una denominación de origen de la uva?

La DO de la uva no solo protege el patrimonio agrícola y cultural de Camargo, sino que también impulsa la economía local, mejora la competitividad del producto y asegura la calidad ante los consumidores. O, dicho en palabras de nuestro anfitrión: se trata de una certificación de que la uva es de mejor calidad y el vino producido con esta uva es exportable.  

 

Tarija es un gran productor de vino con bodegas industriales como Kohlberg, Parrales, Casa Real o Aranjuez; sin embargo, hasta ahora no cuenta con DO, algo que ostentan tres municipios cinteños, entre ellos Camargo, enfatiza Rivera, un octogenario productor reconocido en el valle sureño.

 

“Ahora mi hijo es el que se ha dedicado íntegramente a los vinos y él es el que ahora está elaborando el mejor vino de Cinti y, por qué no decirlo, de Bolivia, porque tenemos muchas medallas internacionales. En Chile, tres medallas de oro con vino tinto vizchoqueña, blanco moscatel y singani, y en Mendoza (Argentina) primero dos medallas de oro para la bodega y luego otras tres: dos de oro, una de plata. En noviembre de 2024 también ganó doble oro con el vino vizchoqueña en Mendoza, otro premio internacional”, dice con el pecho henchido de orgullo.

 

Al recorrer la tierra del sol y del vino, nos encontramos con otros productores que también tienen esta variedad, pero reconocen que los Rivera han llegado más lejos.

 

“Todas las bodegas están elaborando vino con vizchoqueña, pero no están logrando ir a un concurso internacional. Han ido, pero aún no han ganado”, refuerza don Jaime en la antesala de un lechón al horno, en la casa solariega donde mora. 

 

El primer objetivo de Cepas de Oro es valorizar estas variedades ancestrales tradicionales de uva, agrega Jaime Andrés Rivera Caballero, el enólogo de la bodega, quinta generación de la familia. “Son cepas que están adaptadas al terroir del Valle de Cinti por más de 450 años, desde que llegaron los españoles y explotaban el Cerro Rico de Potosí. Desde mi niñez, siempre he apoyado en las vendimias porque mi familia es de tradición vitivinícola, pero ya estoy 10 años elaborando vinos aquí en la bodega, siguiendo el legado y la tradición familiar”, comparte Jaime Andrés.

 

La riqueza del cañón colorado de Cinti, con sus municipios de Villa, Abecia, Las Carreras y Camargo, puede entenderse mejor desde la perspectiva del enoturismo y el amplio movimiento económico que genera emprendimientos gastronómicos, culturales, turísticos y una serie de tradiciones ligadas a la industria de vinos y singanis, resume después, antes de invitar a visitar la región cinteña y descubrir esta tierra prodigiosa.

 

Y si de descubrir se trata, nada mejor que aplicar el eslogan apropiado por el alcalde, Dorfio Mansilla: “Descubre Camargo, que no te lo cuenten”. 

 

“Vengan a disfrutar de la vid, tenemos los mejores vinos de altura y singanis que se encuentran en el cañón colorado”, enfatiza la autoridad en medio de los ajetreos por una nueva versión de la Feria Nacional Vitivinícola.

 

Importancia significativa

La vizchoqueña tiene una importancia significativa en el contexto vitivinícola del país. Adaptada a condiciones extremas de altura y clima en zonas como los Cintis y parte de Potosí y Tarija, esta variedad tiene gran resistencia y capacidad para lograr vinos con una estructura y sabor únicos. 

 

Su cultivo es fundamental para mantener viva la tradición vinícola del sur de Bolivia, a pesar de los desafíos climáticos y geográficos.

 

La vizchoqueña es una pieza clave en la preservación de la biodiversidad de la viticultura de altura.

 

¿Dónde está Vizchoca?

La comunidad de Vizchoca se encuentra en la provincia potosina Tomás Frías. Una zona de alta montaña, con un clima propicio para el cultivo de diversas variedades de uvas, como la vizchoqueña. Esta región forma parte del patrimonio cultural y agrícola del sur del país, clave en la viticultura de altura transmitida por generaciones.

 

El enoturismo 

Es una especialidad de turismo que se enfoca en la visita a viñedos, bodegas y regiones productoras de vino con el objetivo de conocer de cerca el proceso de producción, la cultura vinícola y otras experiencias sensoriales. Entre las principales actividades típicas del enoturismo están las visitas a bodegas y viñedos, las catas de vinos y singanis, las rutas del vino y la gastronomía local.

 

Una historia de tradición y pasión

En el corazón del valle de Cinti, donde las uvas encuentran su máxima expresión y el tiempo parece detenerse para rendir tributo a la tradición, emerge la figura de Jaime Rivera Baldiviezo, un hombre cuya vida encarna el legado de cuatro generaciones de vitivinicultores. Desde 1840, su familia ha cultivado la tierra con dedicación y amor, perfeccionando el arte de transformar uvas patrimoniales en vinos y singanis de excelencia.

 

Heredero de este vasto conocimiento ancestral, ha dedicado 58 años de su vida a la industria vitivinícola, trabajando en empresas emblemáticas como Leytón y la bodega San Pedro, además de ser asesor de viñedos y bodegas locales. Su verdadero sueño tomó forma hace cuatro décadas, cuando fundó su propia marca, Cepa de Oro, una firma que revaloriza las variedades patrimoniales de la región y honra los saberes ancestrales transmitidos por su familia.

 

Con un enfoque de calidad, Rivera ha logrado conquistar prestigiosos premios que no solo reconocen la excelencia de sus vinos y singanis, sino también el alma que pone en cada botella. Este éxito lo llevó más allá de la vitivinicultura, asumiendo el rol de alcalde de Camargo, impulsando ambiciosos proyectos para el valle de Cinti.    

 

Sus logros no solo se miden con medallas o reconocimientos, sino en el legado construido para su familia y su tierra. La historia lo situará como un visionario, un guardián de la tradición y uno de los vitivinicultores más experimentados de su época. Su vida no solo es testimonio de esfuerzo y pasión, sino también un ejemplo vivo de cómo el amor por la tierra y la familia puede trascender generaciones, dejando una marca indeleble.

 

Fuente: Correo del Sur 

Sección: Economía 

Fecha: 12/03/2025

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