Es jueves, casi mediodía, y junto al reportero gráfico nos aprestamos a ingresar a El Marucho Centro de Remates y Comercialización, ubicado a 5 km en la carretera a Cotoca (Santa Cruz). El desafío: experimentar e identifica a los ‘jugadores’ que intervienen en el negocio de la compraventa de ganado bovino y cómo se forma el precio del kilo gancho de carne de res, iniciativa resistida por los carniceros que -insinúan- origina la escalada de precios del producto en los mercados. Es más, los centros de remate tienen los días contados.
En las instalaciones donde se ejecutan los remates unos 50 intermediarios se disputan el limitado lote de ganado que hay en los corrales, que llaman la atención por su extrema delgadez. A la mayoría se le notan las costillas. La masa corporal del animal define el precio del kilo vivo que fluctúa entre Bs 8 y 11; cuando la oferta de ganado es limitada, llega a costar hasta Bs 14. Cuando el animal sale a los centros de faena, el precio referencial se duplica y se convierte en kilo gancho, que es lo que cuestionan los carniceros. En este proceso no interviene el centro de remate ni los ganaderos, es atribución exclusiva del intermediario.
Además de establecer el precio del kilo gancho al carnicero que vende al detalle, el intermediario recibe ingresos extra por rendimiento del animal, venta del cuero (Bs 40) y los menudos (Bs 200).
Los intemediarios, que son visibles y rivales en el remate, tienen otro adversario: los ‘rescatadores’, que intervienen por la madrugada. Con recelo, un intermediario decidió hablar y exponer cómo opera este grupo. “Ellos actúan en complicidad con algunos propietarios de puestos de venta de mercados. Rescatan y clasifican los mejores cortes de las carcasas (cuerpo sin cabeza ni extremidades) para proveer a churrasquerías, restaurantes y hoteles. Ahora es fácil deducir por qué la queja de que en Santa Cruz la población consume carne de menor calidad”, anotó.
“Los centros de remate son un modelo de subasta pública abierta y son la expresión perfecta de la oferta y la demanda, que es el principio básico de la economía de mercado”, refirió un ejecutivo de un centro de remate, al reforzar que bajo ese concepto no puede haber distorsión de precios.
Aclaró que los centros de remate reúnen a quienes tienen su producto terminado para vender (ganado) y quienes están dispuestos a comprar para llevar a los centros de abasto o mercados. “Si hay un espacio donde se transparentan los precios, es en los centros de remates”, manifestó la fuente.
En tanto que el directivo de otro centro de remate objetó el acuerdo entre el Gobierno y los carniceros, porque dice que no se puede negociar con los comercializadores de carne, porque ellos no saben cuánto cuesta producir un kilo de carne. “Los insumos han subido de costo (maíz, sorgo, afrecho, etc.) por la sequía y la alta demanda para poder engordar un animal. Significa que, si no se le da esos suplementos, al animal no engorda y ni hubiera reses para el consumo”, anotó.
Los comercializadores – según la fuente- ganan mucha plata sin arriesgar porque el ganado lo compran fiado y ellos mismos son los que hacen subir el precio al vender más caro por animales gordos que recibieron suplementación con insumos agrícolas.
“El Gobierno tiene que estudiar todos estos fenómenos de sequía y desabastecimientos por el alza de los productos antes mencionados y entender al sector pecuario, que sin ello no habrá ganado gordo”, relievó el ejecutivo.
“No intervenimos en precio”
A partir del aumento del precio de la carne en Bs 3 para todos los cortes, el Ministerio de Desarrollo Productivo firmó un acuerdo con la Confederación Nacional de Trabajadores en Carne de Bolivia (CONTRACABOL), en cuya acta se establece la fiscalización de los centros remate y la elaboración de la norma que regulará su funcionamiento y procedimiento de cierre, a través de un trabajo conjunto multisectorial en los próximos siete días.
El gerente comercial del centro de remate El Marucho, Walter Feeney, cree que si las autoridades del Gobierno investigan la realidad del negocio van a revertir la determinación de cerrar estas empresas.
Según Feeney, a las autoridades les mienten de manera interesada y quienes lo hacen no son los comerciantes que venden carne de res al detalle, sino los intermediarios, a quienes se les acabó la generación de ‘jugosos’ ingresos desde la aparición de los centros de remate, porque son espacios que conectan al productor con los compradores de ganado en una subasta pública y abierta donde de manera transparente oferentes y demandantes definen el precio del ganado. Aclara que los centros de remate prestan servicios y reciben una comisión del valor total de la venta. Un 2,5% del productor y un 1% del comprador. “No intervenimos en la puja de precio”, precisó el ejecutivo.
Explicó que en los centros de remate no solo se subasta bovinos para el consumo, también se hacen pujas de animales para cría, recría, engorde y terminación en confinamientos. Describió que dos ‘jugadores’ intervienen en la subasta de ganado. Los intermediarios, que compran vacas para surtir el mercado cruceño y los que llegan del interior del país para comprar ejemplares machos, por los que pagan un precio mayor.
La pugna de ganado entre estos actores, en criterio de Feeney, repercute en el rango de precio del kilo gancho, punto cuestionado por los carniceros del país en el último tiempo. Aclaró que en el remate se puja y define el valor del kilo vivo del ganado.
Feeney cree que la prolongada sequía y heladas impactaron en la disponibilidad de pasto; los granos más caros y el contrabando condicionan la oferta de ganado y juegan en contra de la economía del consumidor que paga más por la carne.
Fuente: El Deber
Sección: País
Fecha: 1/11/2021
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